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Se supone que esta experiencia para mí es única y que me abrirá puertas en un futuro.
Pero el dolor que hay dentro de mí no acaba de salir. No hay nada peor que sentirse lejos de casa, fuera del cariño que percibes diariamente y no acabas de apreciar al cien por cien hasta que no lo tienes.
No es que sea feliz aquí, es que me he adaptado a las circunstancias.
He pasado de tenerlo todo, a quedarme sin nada.
Sin un misero abrazo cada día o algo tan esencial como reír a carcajadas.
No tener a nadie de confianza a quien llorarle,
Ni si quiera poder gritar todo lo que llevas dentro.
Y tener guárdalo dentro quema más que cualquier otro peso que haya dentro de mí.
No me reprocho, pero tampoco me enorgullezco.
Y es que lejos de casa todos somos tan vulnerables, en cualquier lado te siente extraño.
Que esto no es para mí, no tengo la valentía como para afrontarlo.
¿Y qué ocurrirá si dentro de unos meses las cosas siguen igual?

Nadie.

Nos han hecho agachar la cabeza la cabeza demasiado tiempo, tanto que ya no nos acordábamos de lo bonito que era el cielo y lo mucho que lucía el sol, pero se acabó, nadie más nos hará sentir de menos, no nos volverán a pisar, hemos decidido levantarnos, hemos decidido querernos y luchar por todo aquello que nos pertenece, sabemos lo que valemos, lo que merecemos y no vamos a parar hasta conseguirlo, nos conocemos las heridas, las caídas, y no nos da miedo enfrentarnos a ellas, hemos decidido apostar por nosotros, sin importar su volvemos con las manos vacías, hemos decidido tocar la luna, hemos decidido plantarle cara a los imposibles, hemos decidido realizar todo aquello que un día nos dijeron que no podríamos lograr, hemos decidido cumplir metas y no abandonar.
Hemos decidido vivir, y nadie, nos va a parar.